lunes, 27 de abril de 2015

Amar, no amar...¿qué es esto?



"La maté porque era mía"

Un modo encubierto y peculiar que tiene la dependencia emocional de manifestarse es lo que se conoce como las formas atípicas. En ella aparecen de forma conjunta la dependencia emocional y otros fenómenos de tipo afectivo. Dos de ellas son la dependencia emocional con oscilación vinculatoria y la dependencia dominante. Ambas se dan con mayor frecuencia en varones, contrariamente a la forma clásica de dependencia emocional, mucho más frecuente en mujeres. Puede deberse a que lo hombres tienen más fácil la vía de la desvinculación que las mujeres en determinados casos, tanto biológica como culturalmente. Puede darse solo una forma de desvinculación parcial, por lo que hay vinculación con desvinculación al mismo tiempo. ¿Y esto como se come?
En estas formas atípicas, la dependencia emocional es leve, incompleta y encubierta.

Dependencia emocional con oscilación vinculatoria

Este intrincado título se emplea para tratar de definir a personas que intercalan estados de dependencia emocional leve con otros de absoluta desvinculación. La primera fase se corresponde con relaciones de pareja relevantes en el individuo, ocupando en dicha relación el rol de subordinado. Responde a la ruptura con síndrome de abstinencia. Tras recuperar la normalidad sufre lo que llamamos "reacción desvinculatoria" siendo su actitud completamente opuesta  la de la fase anterior. Hostilidad hacia el otro sexo, pasa de la autoestima baja a la arrogancia, se burla de la gente que tiene pareja , es escéptico a la existencia del amor. Lo más común es que realice una vida normal en la que tenga parejas esporádicas únicamente para satisfacerse (así que pobre del que sea esa pareja esporádica). Esta reacción desvinculatoria es una especie de venganza por el dolor recibido y además sirve como método defensivo. Puede ser que esta desvinculación se instale definitivamente o puede ser que el ciclo empiece de nuevo. Pero la cuestión es que la persona nunca tendrá relaciones normales, porque el inicio del ciclo supondría volver a situarse como subordinado en la relación.

Dependencia emocional dominante 

La mayor desvinculación del sexo masculino da lugar a este híbrido caracterizada por una ambivalencia enfermiza. Es más o menos permanente en la vida del individuo. El dependiente necesita de la otra persona tanto como la desprecia. Satisfacen sus necesidades afectivas dominando a la otra persona, impidiendo que pueda llevar su vida con normalidad. El dominante considera a su pareja una propiedad, por lo que es hostil y celoso. Le manifiesta tal desprecio que puede llegar a la violencia verbal y física. El dependiente dominante refuerza su autoestima a base de destrozar la de su pareja. La forma de saber que esa hostilidad es en realidad dependencia encubierta es analizando la ruptura, cuando el dominante implore por le perdón de su pareja para retomar la relación (si asume su parte dependiente) o sí utiliza las amenazas y la hostilidad (si emplea su faceta agresiva). No olvidemos que la pareja es su propiedad y reacciona como reaccionaríamos si nos "roban" algo, si se nos pierde, etc.  Sabremos que no es un dependiente cuando no tiene reacciones de este tipo ante la ruptura. Este tipo de patología es responsable de muchos casos de violencia doméstica y de crímenes pasionales. Suelen ser casos en los que se juntan un dependiente emocional típico con un dependiente dominante o lo que es lo mismo "el hambre con las ganas de comer".

Pero ¿cómo saberlo? ¿cómo saber que estamos ante una persona con una patología o que nosotros la tenemos? El miedo a estar solo es algo normal, pero no el pánico. No un preocupación recurrente y terrible acerca de la soledad, de preferir estar con alguien que nos hace daño a estar solos. Nunca puede ser mejor estar con un monstruo que estar solos. Nunca. Pero tampoco el caso contrario es adecuado, el no estar con una persona que amamos por miedo a que nos hagan daño. O pensar que todas las personas del sexo contrario (o del mismo, si nos gustan de nuestro mismo sexo) son iguales, piensan igual y se comportan igual. No es justo cargar a una persona que acabamos de conocer con toda la culpa y el peso de nuestras relaciones anteriores. Al final no es auto- protección, sino hostilidad y despreocupación por el daño que podemos hacerle a los demás.

martes, 21 de abril de 2015

El Culto al Cuerpo





La belleza corporal es un requisito de la vida moderna. Los medios de comunicación tienen en su poder un gran arsenal con el que influir en la concepción que tenemos de nuestros cuerpos y lo que es aún más importante: que el cuerpo se puede moldear a voluntad con una serie de productos que orgullosamente ponen a nuestra entera disposición ya qué detrás de todo, siempre hay intereses económicos. La delgadez hoy en día es sinónimo de éxito social y personal. La forma anatómica de nuestros cuerpos representa en la sociedad un valor de primacía. Estamos en la era del capitalismo de la imagen. El cuerpo deja de ser una herramienta para convertirse en un fin.

Trastornos de la alimentación como la Anorexia Nerviosa no pueden ser entendidos sin tener en cuenta su profunda significación cultural y personal. Es decir, no sólo se trata del físico, se trata de la capacidad de autocontrol, de asociar la “perfección” del cuerpo con todas las esferas de su vida. Son propietarios de un cuerpo y a la vez esclavos del mismo. Vamos integrando los valores del cuerpo por medio de la socialización y un socializador por excelencia son los medios de comunicación.
Existe una relación directa entre la purificación del alma y el papel que el cuerpo debe tener en la sociedad siendo la representación de uno mismo en la vida cotidiana. Desde la burguesía, el éxito que uno tiene como individuo se basa en el manejo de la impresiones. La presión es mucho más fuerte en la mujer ya que siempre ha sido más valorada por su apariencia física, aunque eso no quita que cada vez vaya cobrando más peso en el hombre. En el caso de la mujer la presión social siempre actúa en forma de fuerzas opuestas. Por un lado, se espera que en la esfera pública se desenvuelva igual que un hombre (competente, independiente, activa) en la privada, que sea como la mujer tradicional (madre, esposa, dependiente, pasiva). Esta ambigüedad de rol puede ser la explicación para que el cuerpo pase a ser el centro de control en las mujeres.

Los medios de comunicación se encargan de asociar las emociones al cuerpo. La mejora de la autoestima ira de la mano con la mejora de la apariencia o lo que es lo mismo, de la identidad. “Vuelve a disfrutar del verano como cuando eras pequeña” (y estabas delgada). Con ello no digo que el hombre no esté bajo presión social en lo referente a su físico, ya que la publicidad tiene de sobra para todos. Pero la mística de la feminidad sigue unida a la mujer, a la importancia de ser bella (o lo que es lo mismo, delgada) y además ser competente en el mundo laboral. Y belleza va unida a delgadez, y delgadez al éxito y todo ello nos lleva a la felicidad.

Personalmente, no considero que seamos víctimas absolutas de la sociedad y el capitalismo y que no podamos hacer nada al respecto. En nuestras manos está el ser críticos y el tomar de todo ello sólo lo que nos interesa.




Bibliografía


GARCIA BARBE, NURIA (2013) El agresivo culto al cuerpo y los despiadados medios de comunicación: Anorexia, jóvenes y sociedad. TFM: Universidad de Granada.  

Podéis encontrar mi trabajo de investigación acerca del capitalismo de la imagen en este enlace:
https://drive.google.com/file/d/0B-iqQNVDmKIWNUJhLXpGSGZVNlE/view?usp=sharing

martes, 14 de abril de 2015

El despiadado mundo de las farmacéuticas



Cuando un estudio científico para el desarrollo de un fármaco está financiado por una compañía farmacéutica, el resultado tiende a favorecer al producto fabricado por esa misma compañía. Este desequilibrio no existe en los estudios financiados por otras fuentes (exactamente lo mismo sucede con los alimentos). Hay una presión económica, una mano fantasma, que puede dirigir experimentos en principio puramente científicos, y por lo tanto objetivos, y convertirlos en ciencia mal hecha para favorecer los intereses de unos pocos.

Llama la atención como en la década de los noventa un fármaco llegó a convertirse en la estrella de la farmacéutica Eli Lilly. Hoy en día lo seguimos conociendo por el nombre de Prozac. Sus ventas alcanzaron, en 1993, unos 170.000 millones de las antiguas pesetas y  10 millones de humanos consumían cada día una cápsula de Prozac. Una «píldora» que, al menos en EEUU, se convirtió en un auténtico fenómeno social.  

La fama adquirida por Prozac se debe a muchas causas. Quizá la más relevante sea la supuesta seguridad del producto y la publicidad masiva que se le dio.
Existe una distorsión entre la información que ofrecen las farmacéuticas sobre sus productos y el resultado real. Lo Importante, por encima de todo, son las ventas. Productos como el Prozac, no están apoyados por la investigación científica, sino por la publicidad engañosa y el capitalismo.
A la hora de comprobar si un nuevo fármaco es potente y eficaz, lo correcto es cotejar sus efectos con las mejores drogas ya existentes en el mercado. Sin embargo, lo que se hace en muchos casos es comparar al candidato simplemente con un placebo, o utilizar dosis no apropiadas del producto en investigación. Teniendo como resultado la manipulación a placer de los ensayos clínicos.

La tergiversación o el ocultamiento de información alcanza de manera escandalosa a muchos ciudadanos a través de las campañas de publicidad de algo tan delicado como los fármacos para tratar la depresión. Esta dolencia afecta a millones de personas en todo el mundo y su tratamiento habitual es el farmacológico, principalmente con sustancias que actúan sobre los niveles de serotonina.

La manipulación es sutil y supera alegremente los severos filtros que tiene la ciencia para la investigación y publicación de resultados.  
A pesar de que la realización física de los experimentos puede ser inmaculada, la interpretación de los resultados no lo es. Un descubrimiento o avance científico no se considera tal hasta que no se publica en una revista que posea un proceso de selección por revisión por pares. Sin embargo, muchos de los resultados de los experimentos financiados por compañías farmacéuticas no se publican nunca en este tipo de revistas, sino que lo hacen en congresos o simposios. A pesar de esto, los medicamentos son finalmente aceptados por las agencias oficiales correspondientes y puestos a la venta.

Los experimentos de laboratorio financiados por empresas farmacéuticas son de igual o mejor calidad que el resto, pero puede ocurrir que el diseño experimental sea erróneo, lo cual lleva a una interpretación errónea de los resultados (en este caso erróneo quiere decir favorable a los intereses de la compañía).
En este juego los médicos y psiquiatras pueden hacer poco o nada. A pesar de que, con su mejor voluntad, receten los fármacos que crean ser los mejores, pueden estar confundidos. Pero no confundidos por los visitadores médicos, sino por la letra pequeña de los informes científicos.

Un problema notorio desde el principio es el de concepto de “enfermedad”. Si se cree que la depresión es una enfermedad, ya no es solo que sea un problema orgánico, sino que además se supone que tiene una causa conocida. Por lo tanto, lo más lógico si se tiene la “enfermedad” es el tratamiento con medicación estableciendo la psicoterapia como secundaria o incluso innecesaria.

Muchos laboratorios universitarios no tienen más remedio que aceptar suculentas ofertas de las grandes compañías para seguir investigando, ya que los gobiernos son extremadamente inútiles para comprender que la investigación científica es algo que beneficia a toda la sociedad. La mejor solución sería convencer a los políticos de la necesidad de invertir en el desarrollo científico y tecnológico. Las ciencias funcionan a largo plazo, los políticos no.

Las personas que padecen depresión moderada o leve podrían obtener los mismos resultados si toman placebo o antidepresivos debido a la sugestión del ensayo. Es decir, que el hecho de que profesionales de la salud les presten más atención mejora su sintomatología obteniendo un efecto terapéutico. Sin embargo, el sistema sanitario no dispone de tiempo. Es más barato recetar que dar explicaciones. 

La supuesta efectividad y popularidad de los antidepresivos y el hecho de que nos encontremos en una “sociedad del bienestar” donde cualquier problema se puede solucionar instantáneamente con una pastilla, sigue y seguirá manteniendo su éxito de ventas. No existe ninguna “píldora” milagrosa.
¿Diría que estoy en contra de la medicación? No, estoy en contra de la medicalización de la vida cotidiana. 





sábado, 11 de abril de 2015

Amar demasiado...




“Yo soy sólo para él y él es sólo para mi y nos bastamos mútuamente”
  La dependencia emocional, se puede definir como la necesidad afectiva extrema que un sujeto siente hacia otro a lo largo de sus diferentes relaciones. Cuando decimos “extrema” nos referimos a “desproporcionada” ya que genera malestar en el sujeto y consecuencias autodestructivas. Es una exageración de aquello que es propio de las relaciones de pareja. Y cuando decimos “necesitar” no decimos “querer”. Necesitar es algo absolutamente imprescindible. La diferencia entre “amor normal” y “amor patológico” es meramente cuantitativa. Esa necesidad afectiva extrema es lo que subyace a otra serie de comportamientos como la sumisión, los pensamientos obsesivos en torno a la pareja o sentimientos intensos de miedo y abandono. Los dependientes describen en ocasiones algo así como tener “hambre” de la pareja.
Se pueden ilustrar las características de la dependencia emocional así:

Los 10 Mandamientos de un Dependiente Emocional:  
1. Amaré a mi pareja sobre todas las cosas. 
2. Estaré contigo, sólo contigo y con nadie más. 
3. Te idealizaré por encima de todo.
4. Me subordinaré a tus deseos.
5. Asumiré todas tus creencias e ideas como propias.
6. Temeré que me abandones.
7. Necesitaré agradarte en todo (falta de asertividad).
8. Tendré intolerancia a la soledad.
9. No me valoraré como persona (baja autoestima).
10. Tendré un deseo de acceso contante a ti.
 El motivo de consulta de una persona que sufre de dependencia emocional no suele ser la propia dependencia emocional sino las emociones negativas que de ella se derivan; la depresión, la ansiedad, trastornos de la alimentación. Son personas tristes y preocupadas.

La existencia de parejas desequilibradas y patológicas, en las que uno domina sobre el otro, en las que hay un terrible miedo al abandono por uno de ellos, en las que pueden darse casos de malos tratos físicos y psíquicos, tienen un fundamento psicopatológico. Podemos encontrar muchas referencias a la dependencia emocional (aunque muchas veces llamada por otros nombres) más que en la literatura científica en la de autoayuda, que sí ha abordado infinidad de veces este tema en libros como “Mujeres que aman demasiado” de R. Norwood (1999) o "Independencia emocional" de Martha R. Bireda (1998).

No hablamos del “mal de amores” o del duelo que debe pasar la persona tras una ruptura; hablamos de un “adicción” a otra persona, con sus características y su abstinencia. Los seres humanos somos animales sociales destinados, por suerte o desgracia, a relacionarnos con nuestros congéneres. La dependencia emocional es una enfermedad del ser humano en cuanto a especie de carácter social que encuentra en la pareja y en el amor uno de los pilares de su adaptación al medio. Lo que quiero decir es que está socialmente aceptado, es que está normalizado sufrir a causa de la pareja, del amor, por estar solo, que es más “normal” tener pareja que no tenerla, que mi pareja "me deje o no" hacer esto o aquello, que mi pareja me "agobie"...
Sí por ejemplo consideramos que la soledad es algo terrible y que se debe evitar a toda costa es lógico pensar que preferiremos estar mal acompañados a estar solos, contrario a lo que dice el refrán.

La sociedad no es la causa de que existan personas con dependencia emocional, pero sí propicia, fomenta y mantiene ciertos valores compatibles con la patología: el miedo a la soledad, al abandono, a no ser querido, a no gustar física y mentalmente, estar solo porque no soy lo suficientemente bueno para alguien, me dejan porque no soy lo bastante bueno, la culpa es mía...
Tampoco la pareja del dependiente emocional es "normal", sino que se trata por lo general de personas egoístas, emocionalmente distantes y frías, con una alta autoestima y que se sobrevaloran. Sí existe un dependiente emocional es lógicamente porque hay un "dependido" o "un roto pa un descosido".

La dependencia emocional no está catalogada, por el momento, como un trastorno mental o de la personalidad (sí existe el "trastorno por dependencia" pero no es lo mismo). Tal vez se deba a el “descuido” que tanto la psicología como la psiquiatría dan a los problemas relacionados con los sentimientos . Las teorías que tratan de explicar el comportamiento tanto normal como patológico de la mente humana, dan poca importancia al mundo de los afectos. El psicoanálisis reduce el comportamiento a los impulsos sexuales, el conductismo a conductas desadaptativas y refuerzos, la psiquiatría biológica a anomalías en los neurotransmisores.

Psicoterapias como la Interpersonal sí tienen en cuenta la importancia que las relaciones con los otros tienen para los individuos que sufren problemas emocionales.

La dependencia emocional es tan común en nuestra sociedad como desconocida y mal identificada. Poder identificarla a tiempo supone también reconocerla como patología ya que no solo puede desencadenar en casos de malos tratos físicos y psíquicos, sino que también puede afectar a terceras personas como son los hijos. 


Bibliografía:

- CASTELLÓ BLASCO, J. (2005): Dependencia Emocional: Características y Tratamiento. Madrid: Alianza Editorial S. A.